La «papa»

Hace algún tiempo que deseo compartir estas hermosas palabras que nos regaló Pablo Neruda, con todos l@s Rukit@s que me leen desde el otro lado de la pantalla.

Pero las cosas han cambiado mucho desde el día que quise hacerlo, hasta el día que puedo hacerlo.

En este momento estamos confinados en casa sin poder salir. No podemos tocar las montañas y las huertas que vemos desde nuestras ventanas.

Ahora que la autosuficiencia y la comida nos podrían hacer volar, no tenemos libertad para depositar en la tierras las semillas que nos pueden dar de comer…

En esta parte del mundo es la época de la plantación de las papas. Pero este año, no las podremos plantar…

Esta oda se transforma entonces en un pequeño himno de guerra para tod@s l@s que buscando la autosuficiencia, deseamos cambiar el mundo.

Oda a la papa (Pablo Neruda)

Papa
te llamas
papa
y no patata,
no naciste castellana:
eres oscura
como
nuestra piel,
somos americanos,
papa,
somos indios.

Profunda
y suave eres,
pulpa pura, purísima
rosa blanca
enterrada,
floreces
allá adentro
en la tierra,
en tu lluviosa
tierra
originaria,
en las islas mojadas
de Chile tempestuoso,
en Chiloé marino,
en medio de la esmeralda que abre
su luz verde
sobre el austral océano.

Papa,
materia
dulce,
almendra
de la tierra,
la madre
allí
no tuvo
metal muerto,
allí en la oscura
suavidad de las islas
no dispuso
el cobre y sus volcanes
sumergidos,
ni la crueldad azul
del manganeso,
sino que son su mano,
como en un nido
en la humedad más suave,
colocó tus redomas,
y cuando
el trueno
de la guerra
negra,
España
inquisidora,
negra como águila de sepultura,
buscó el oro salvaje
en la matriz
quemante de la araucanía,
sus uñas
codiciosas
fueron exterminadas,
sus capitanes
muertos,
pero cuando a las piedras de Castilla
regresaron
los pobres capitanes derrotados
levantaron en las manos sangrientas
no una copa de oro,
sino la papa
de Chiloé marino.

Honrada eres
como
una mano
que trabaja en la tierra,
familiar
eres
como
una gallina,
compacta como un queso
que la tierra elabora
en sus ubres
nutricias,
enemiga del hambre,
en todas las naciones
se enterró su bandera
vencedora
y pronto allí,
en el frío o en la costa
quemada,
apareció
tu flor
anónima
enunciando la espesa
y suave
natalidad de tus raíces.

Universal delicia,
no esperabas
mi canto,
porque eres sorda
y ciega
y enterrada.
Apenas
si hablas en el infierno
del aceite
o cantas
en las freiduras
de los puertos,
cerca de las guitarras,
silenciosa,
harina de la noche
subterránea,
tesoro interminable
de los pueblos.

(De las palabras de Pablo Neruda y de las ilustraciones del libro «Alimentando nuestros corazones en la escuela»)

Saludicos de colores y mucho ánimo en este duro momento 😦

Ruka de Colores by Vero Tapia ©