Hace bastante tiempo que no escribía nada para los viajeros interestelares argonáuticos. Lo siento, pero es que necesito más horas cada día, de las que el día en sí mismo me suele ofrecer… Aún así, les recuerdo que uno de mis principales objetivos existenciales, sigue siendo la búsqueda del vellocino dorado. (Por si las moscas… 😉 )
Esta mañana me desperté con una nueva idea rondando mi cabeza. Estimados Argonautas, no olviden nunca que «El que nace chicharra muere cantando»… A mi parecer, unas sabias y muy saludables palabras para la etnia humana que profesamos. A mí, en lo personal, me han calado en lo más profundo de lo profundo.
Viajeros planetarios, yo creo fehacientemente que todos debemos ser medio hormiga, medio chicharra y algunas veces, más chicharra que hormiga. Bueno… al menos eso es lo que piensa esta humilde servidora.
Esta última cuestión, no la comentes con nadie. Es que no se puede vivir en este mundo siendo medio chicharra o chicharra entera y estar orgullosa de ello. Tampoco está permitido (por los altos y bajos mandos universales), hablar del asunto abiertamente o en un espacio público como este. ¡No!, y rotundamente ¡No!… Señoras y señores, podemos hablar de que somos unas excelentes hormigas. Eso sí. Todo un mundo repleto de buenas y responsables hormigas. ¡Qué asco!…
El vellocino dorado no está en el hormiguero. Para encontrarlo debemos rebasar los límites de nuestro mundo y entrar de lleno en el submundo.
Pero cuidado. La convención universal de hormigas, gobierna el planeta y tiene muy clara la función y el rol que cumplirás dentro de sus propios engranajes. No titubees ni un mísero segundo. Debes ser una chicharra para poder ver más allá del mundo de las hormigas. Si no te lo permites, te convertirás vulgarmente en una simple hormiga… Una más del hormiguero… No lo hagas… Tienes más cosas buenas de las que tú piensas, para ofrecer a la unión estelar.
Ahora que ha llegado el momento, y sin pedirle permiso a la convención universal de hormigas (obvio), toma tu «llama» de la libertad y montante en ella para cruzar todas las fronteras pre establecidas por este absurdo sistema. Sí para romper las ataduras necesitas algún título oficial, desde ahora en adelante, te otorgo el título de «chicharra ad honoren». Osténtalo orgullosamente y viaja por lugares y rincones recónditos intentando que tu cambio de vida ponga orden dentro del aparente caos que reina en el orden de este hormiguero. Deseo que conozcas personas maravillosas que buscan lo mismo que tú.
Para emprender esta nueva empresa, cárgate de sueños, ilusiones y alegría. Tal vez, en el siguiente cruce de camino, nos veamos al pasar.
Amig@ argonauta, recuerda que me llamo Vero y que también soy una chicharra.
Para que puedas distinguirme de las otras Veros, recuerda que llevo mi propia «llama de la libertad».