Cuando Nayen y Lilen emprendieron el duro camino hacia la autosuficiencia, descubrieron que en la madre tierra se encontraban todas las energías necesarias que les podían ayudar a llevar a la práctica este sueño que las deslumbraba.
En los fértiles y abandonados campos, plantaron sus ilusiones y las regaron con las cristalinas aguas que bañaban a esa pequeña aldea. Obtuvieron así comida con la que pronto pudieron alimentar suculentamente sus emociones y las de todos los caminantes que por allí pasábamos.
Y poco a poco con trabajo y alegría, convirtieron una utopía, en una realidad…
Ruka de Colores by Vero Tapia ©