Dedo gordo era el hijo mayor de los señores «Pedes in Terra». Sus cuatro hermanos le llamaban «Pulgui, Pulgar o Pulgarcito».
Lo habían apodado así, ya que Dedo Gordo les recordaba mucho a un famoso de la farándula de aquel entonces… Pero nadie sabía con exactitud, quién era ese famoso… Grandes autores, relatores, publicistas y periodistas, escribieron extensas crónicas sobre lo que creían, era su «vida privada». Pero nunca llegaron a encontrar ninguna fuente fidedigna en la que pudiesen apoyar sus relatos…
Dedo Gordo deseaba ser como él. Nuestro amigo era amble, aunque un poco tímido y bastante curioso. Soñaba con viajar y recorrer el mundo. Al atardecer de los cálidos días de verano, solía esperar la penumbra, empapándose con los últimos rayos del sol. Le gustaba sentir en su propias carnes las bondades e inclemencias del tiempo.
Era feliz… Aunque su corazón escondía un gran secreto. Cuando el equinoccio de otoño tocaba su puerta, su cara se tapaba con delicadas prendas de lana, lino o algodón. Acurrucaba su cuerpo junto al de sus cuatro hermanos, dentro del regazo de una cajita cerrada, para evitar el frío invernal…
Estimado lector, ese instante que podría haber sido un idílico momento, se destruía repentinamente ya que el protagonista de nuestra historia, lamentablemente era «claustrofóbico»… Upsss….

En esos tristes minutos, se podía oír el silencioso aullido de Dedo Gordo…
Cada día y cada noche intentaba escapar de su confortable prisión, levantando su redondo cuerpo. Su constancia finalmente le regalaba una pequeña ventana por donde sentir la lluvia, el aire y los rayos del sol.
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