Hace algunos años visité a una anciana a la que estimaba mucho. Era mediodía y la habitación estaba muy soleada. Ella estaba llorando desconsoladamente. Yo le pregunté por qué se encontraba así, y ella me contestó con una frase que no he podido olvidar…
“Tengo pena, porque el gato me comió la cena”
OOuuuhhh, pues sí da penilla… jou, que historia más tristona….
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Es una historia triste y paradójica (ya que no existe el gato) yo creo que por eso la recuerdo tanto… aunque en mi memoria es soleada y llena de color. Historias del vivir.
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Me encantan tus ilustraciones!!
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Gracias, me sacas una sonrisa 🙂 o dos 🙂 🙂 o tres 🙂 🙂 🙂
Tu blog «esta padre» y «esta madre» (madre por motivos de genero ¡¡Viva el matriarcado!! y «estar madre») 😉
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